Este 22 de octubre, Día Mundial de la Medicina Tradicional, ponemos en valor el saber ancestral sobre hierbas y prácticas de sanación que los seres humanos llevan milenios transmitiendo de generación en generación.
Imaginaos a un joven legionario romano que, en los momentos de descanso o tiempo libre, en lugar de jugar a los dados, beber vino o presumir de aventuras amorosas con sus compañeros, prefería recorrer los alrededores del campamento militar buscando plantas medicinales. No pasaría a la historia como el mejor soldado de Roma, pero sin duda, sí lo haría como el médico botánico más importante del mundo antiguo. Su nombre, Pedanio Dioscórides.
La larga relación entre el ser humano y las plantas medicinales
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha recurrido al mundo vegetal para encontrar alivio al dolor, remedio a las enfermedades y consuelo a las dolencias del cuerpo y el alma. En las cavernas del Paleolítico se han hallado restos de polen de plantas con propiedades curativas, como la achillea o la efedra, junto a esqueletos humanos, lo que sugiere prácticas rudimentarias de medicina herbal incluso en la Prehistoria. Esta simbiosis entre humanidad y flora medicinal se ha desarrollado a lo largo de milenios, cruzando culturas, religiones y civilizaciones.
En las sociedades antiguas, desde Mesopotamia hasta Egipto, pasando por la India védica y la China milenaria, se compilaron tratados de plantas y preparados terapéuticos. Pero fue en el mundo grecorromano donde esta tradición comenzó a sistematizarse con un enfoque proto-científico. Es aquí donde destaca, de manera singular, la figura de Pedanio Dioscórides, médico, farmacólogo y botánico romano del siglo I d.C., cuya obra marcaría un antes y un después en la historia de la medicina natural.

Dioscórides,el médico viajero y botánico del Imperio
Pedanio Dioscórides nació en una pequeña urbe en la región de Cilicia (actual Turquía), alrededor del año 40 d.C., durante el reinado del emperador Claudio. Formado en el conocimiento médico de su tiempo, sirvió como médico militar del ejército romano, lo que le permitió viajar extensamente por el Imperio — desde Grecia y Asia Menor hasta Egipto e Hispania — recogiendo especímenes, observando prácticas médicas locales y catalogando plantas en su hábitat natural.
Su monumental obra, el De Materia Medica, compuesta originalmente en griego y dividida en cinco libros, es considerada el tratado farmacológico más influyente del mundo antiguo. En su herbolario describió más de 600 especies vegetales (además de minerales y productos animales), clasificando sus usos terapéuticos, sus métodos de preparación, dosificación y sus efectos secundarios, todo ello ilustrado con observaciones empíricas.
El bosque mediterráneo, una farmacia a cielo abierto
Es impresionante cómo, únicamente con la observación empírica, Dioscórides pudo determinar que el romero era antiinflamatorio, el tomillo ideal contra los hongos, la lavanda servía para cicatrizar heridas, la manzanilla mejoraba las digestiones pesadas, la salvia inducía al sueño, la jara pringosa ayudaba a cortar hemorragias, el orégano facilitaba la expulsión de gases, la malva era un emoliente, el cantueso calmaba el dolor y la corteza de la encina tenía efectos antidiarreicos, en definitiva, una farmacopea viva y palpitante que Dioscórides estudió, probó y aplicó como remedios naturales.

Un legado que perduró más de mil años
Durante más de 1.500 años, el De Materia Medica fue el texto de referencia para médicos, herbolarios y boticarios de todo el mundo grecolatino, bizantino e islámico. Fue traducido al árabe, al latín y a numerosas lenguas vernáculas, prolongando la autoridad de su tratado hasta bien entrado el Renacimiento, incluso después, cuando los grandes botánicos del siglo XVI y XVII como Cesalpino, Fuchs o Ray, con el auge de la imprenta y el resurgir de la investigación empírica, revisaron su obra, la corrigieron y ampliaron, pero sin dejar nunca de valorar su trabajo y su incontestable legado.
Hoy las plantas siguen formando parte esencial de los medicamentos por sus principios con efectos antiinflamatorios, laxantes, sedantes, analgésicos, astringentes, antifúngicos o antibacterianos, incluso, en terapias avanzadas contra procesos oncológicos, se utilizan como complementos para mejorar la efectividad de los tratamientos aplicados a los pacientes.
En este Día Mundial de la Medicina Tradicional, recordamos la figura del gran Dioscórides, el hombre que aprendió de los textos de Teofrasto y miró de tú a tú al grandísimo Hipócrates, un médico audaz, intuitivo, amante de la naturaleza y un botánico apasionado del reino vegetal que consagró su vida a curar a los demás con simples yerbajos, ramas, hojas y raíces
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