Águila Imperial Ibérica: Clases de edad y plumajes

31/1/23
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Autor
Alfonso Guío
Personal Técnico Biodiversidad
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Descubre cómo identificar la edad del águila imperial ibérica a través de su plumaje. Aprende a distinguir juveniles, subadultos y adultos de esta emblemática especie endémica con claves visuales y didácticas.

El águila imperial ibérica se erige, sin duda alguna, como una de las joyas aladas endémicas de nuestro país. Emblema de la conservación de la biodiversidad, es una de las especies distintivas que encontramos en nuestro territorio peninsular, y, a día de hoy, afortunadamente, es bastante común verla en nuestros cielos si prestamos un poco de atención. Ya hablamos de su historia.

Si observamos con detenimiento su librea, descubriremos que el águila imperial ibérica es una de las rapaces con más variedad en cuanto al aspecto de su plumaje desde que nace hasta que alcanza el estado de adulto, siendo relativamente fácil distinguir, o cuando menos, ubicar en que franjas de edad puede estar ese ejemplar en cuestión que estamos observando, sin entrar en ámbitos mucho más complejos como puede ser la muda de las plumas de vuelo. En esta publicación, trataremos de resumir de una manera básica y didáctica, las diferentes edades de esta especie a partir de sus plumajes, para así poder dar un paso más y enriquecer nuestras salidas al campo y nuestras observaciones de, como diría Félix Rodríguez de la Fuente, esta hermosísima y heráldica especie.

Ejemplar adulto (izq) y pajizo (der) de águila imperial ibérica. Láminas de Nacho Sevilla.
Ejemplar adulto (izq) y pajizo (der) de águila imperial ibérica. Láminas de Nacho Sevilla.

Tenemos que tener en cuenta que en esta especie se pueden identificar de forma fiable cuatro clases de edad por el aspecto del plumaje y la muda (juvenil, segundo plumaje, tercer plumaje y adulto). Un factor clave es la época del año en la que estamos realizando la observación, un ejemplo claro ocurre con los ejemplares juveniles, no es lo mismo ver en septiembre un ave nacida ese mismo año (pocos meses atrás), que ver el mismo individuo a comienzos del año siguiente, y aunque, sigue sin tener un año de vida, ya no se puede hablar de un juvenil, si no de una fase posterior, como luego veremos. También hay que tener claro que, por suerte, todo en la naturaleza está sujeto a una variabilidad tanto a escala poblacional como individual, que muchas veces difiere con la teoría expuesta.

A grandes rasgos y a groso modo, para hacernos una idea rápida, estas son las cuatro “fases” que tenemos que tener en cuenta:

1ª CLASE DE EDAD: JUVENIL

Es el primer plumaje de todos, abarca desde que los pollos salen del nido hasta aproximadamente los 7-8 meses de vida. Quizá pueda producir bastante confusión y solapamiento con el segundo plumaje denominado en el argot de la ornitología como pajizo. En esta primera fase destaca ese color pardo rojizo – anaranjado tan característico (1). En vuelo, es muy visible que las plumas coberteras del ala tienen un extremo terminal claro, dando un aspecto de línea o franja alar muy evidente (2). Ocurre algo muy parecido en la cola, las rectrices en su extremo terminal clarean y dan un aspecto de línea menos coloreada (3). Por último, también muy visible en campo, en el extremo de las plumas de vuelo, se puede observar una zona mucho más blanquecina, a modo de “ventana” alar (4), que se irá perdiendo con el tiempo, pero que es muy patente sobre todo en juveniles.

Ejemplar juvenil de águila imperial ibérica.

2ª CLASE DE EDAD: PAJIZOS

En este caso, tenemos que pensar en un ave con un plumaje con más recorrido que el del juvenil, plumas más desgastadas y decoloradas (4), mucha más heterogeneidad causada por esas plumas nuevas que destacan sobre las más viejas. Todos los rasgos característicos de los juveniles comienzan a desaparecer. Comparamos con un ejemplar en vuelo, y luego con este mismo ejemplar posado. Comenzamos con esa ventana alar (1), tan patente en juveniles, que se va atenuando cada vez más hasta desaparecer dependiendo, como se ha comentado antes, de la variabilidad y el grado de avance del plumaje, al igual que el extremo de las rectrices en la cola (2). Algunos ejemplares, (aunque esto está sujeto a mucha variabilidad), pueden tener cierto estriado más oscuro en la zona del buche, por debajo de la garganta (3).

Ejemplar pajizo avanzado o segundo pajizo de águila imperial ibérica.

Por último, en esta fase del desarrollo, se pueden empezar a observar rasgos más típicos del plumaje al que precede, mostrando zonas más oscuras en la cabeza y la garganta (5), y en la región de las plumas escapulares (hombros), donde ya se pueden observar algunas plumas blancas (6), que tanto caracterizan a los a individuos de una clase de edad superior.

Ejemplar pajizo avanzado o segundo pajizo de águila imperial ibérica.

3ª CLASE DE EDAD: DAMEROS

Continuando, alcanzamos la tercera clase de edad, individuos que oscilan entre los 2 y los 4 años, pudiendo ser la fase más compleja, debido a que la variabilidad individual y el grado de avance de la muda, son factores que, para ser lo más preciso posible, hay que tener muy en cuenta, y que dividen a los ejemplares en dameros claros u oscuros en función de la evolución que ha sufrido el plumaje.

Las plumas coberteras de las alas y del cuerpo son de colores pardo – amarillentos apagados y pardo – negruzcos, otorgando un aspecto “apedreado” (1), a modo de tablero de damas (de ahí la proveniencia de su nombre). La garganta y la cabeza adquieren unos tonos muy oscuros, propios ya del plumaje definitivo (2). En algunos ejemplares ya empiezan a aparecer las características plumas blancas en los “hombros” (3), en este caso son muy patentes, siendo todavía un blanco no tan limpio como en los adultos.

Ejemplar damero de águila imperial ibérica. Fotografía de Juan Parra Cáceres

4ª CLASE DE EDAD: SUBADULTOS Y ADULTOS

Subadulto

Por último, llegamos a las dos últimas clases de edad, que comienzan alrededor de los 5 años de vida en adelante, un plumaje mucho más homogéneo, distintivo y familiar, dando una sensación de ejemplares muy oscuros, pero destacando mucho el contraste de esas plumas blancas a modo de hombros tan características. En este caso, empezamos por un individuo subadulto, que, aun estando posado, nos muestra muchos rasgos característicos de esta clase de edad.

Como se acaba de señalar, el plumaje es muy oscuro, quedando algunas plumas antiguas más claras de damero retenidas, sobre todo por las partes inferiores del cuerpo (1). El blanco de las plumas escapulares es cada vez más vivo y más extenso (2), y también destaca mucho el color dorado – amarillento del píleo y de la nuca, que contrasta con el resto del cuerpo (3). En vuelo, solo viendo el tono del plumaje, podríamos estar seguros de que es un ejemplar adulto o subadulto, y, por tanto, determinar que tenemos delante un ave de al menos, 4,5 – 5  años de edad.

Ejemplar subadulto de águila imperial ibérica.

Adulto

Los adultos adquieren su plumaje definitivo a partir de los 5 años y medio o 6 años, siendo esto a su vez muy variable. Aspecto muy oscuro, a excepción de la cabeza y parte considerable del cuello, que obtienen un color pardo – amarillento (1) aún más extenso e intenso que los subadultos. Borde de los hombros muy blanco (2), rasgo típico e inconfundible en vuelo. Cola grisácea y barrada, con una franja terminal negra característica (3).

Ejemplar adulto de águila imperial ibérica. Lámina de Nacho Sevilla.
Ejemplares adultos de águila imperial ibérica.

En definitiva, y haciendo un pequeño resumen final, el águila imperial ibérica pasa por varias clases de edad diferentes, oscureciendo cada vez más su plumaje, y siendo, quizá, el intervalo central el más conflictivo y complejo a la hora de tratar de determinar en que etapa de su vida se encuentra. Pero lo que sí que tenemos claro, y debemos valorar, es que, en la actualidad, tenemos la gran suerte de poder disfrutar de esta majestuosa especie en nuestros campos con relativa facilidad y paciencia.

BIBLIOGRAFÍA

  • Forsman, D. (2016). Identificación en vuelo: aves rapaces de Europa, África del Norte y Oriente Medio.
  • González, M. L. (2001). Águila imperial ibérica. De emblema imperial a símbolo de la Naturaleza.
  • González, M. L. (2011). El águila imperial ibérica. El resurgir de una especie amenazada.

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